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.Lo que realmente alarmó a los soviéticos fue el auge de poder de los islamistas.Los precoces rebeldes de las montañas se dieron a conocer en febrero de 1979 con el secuestro de Adolph Dubs, el embajador de Estados Unidos en Afganistán.Las tropas de Taraki, ayudadas por el siempre dispuesto KGB, consiguieron rescatarle, pero después se las arreglaron para que muriese en la misma operación.Estados Unidos respondió vigorosamente no haciendo nada.Taraki siguió sin enterarse.Estaba demasiado concentrado eligiendo qué gloriosa imagen suya debía adornar los carteles ensalzando su grandeza para darse cuenta de que los fundamentalistas islámicos representaban para él la verdadera amenaza.A principios de 1979, los líderes islámicos que habían empezado a alzarse y el ejército afgano, más leal a los jefes tribales que a Taraki, lentamente se dispersaron para unirse a los rebeldes.Taraki respondió haciendo la guerra contra su compañero matón comunista Hafízullah Amin, primer ministro del país, que disputaba a Taraki la supremacía en el partido.En septiembre de 1979, Taraki viajó a Moscú para reunirse con los líderes soviéticos.Cuando regresó, Amin y sus «guardias de élite» sorprendieron a Taraki, le hicieron prisionero y le ejecutaron.Amin, el tercero en apoderarse del gobierno del país violentamente en seis años, se convirtió en el que vivió menos tiempo.Todo el mundo le odiaba.Los soviéticos, tal vez creyendo en sus propios rumores, pensaron que era un agente de la CIA que se había infiltrado con éxito en el partido comunista afgano, y los afganos vieron en él otra herramienta de los soviéticos.Amin odiaba a Estados Unidos porque había suspendido los exámenes de doctorado cuando era un estudiante graduado en la Universidad de Columbia.Los norteamericanos le odiaban porque él odiaba a Estados Unidos.Otro ejemplo de reacción automática.Alarmados por la condición deteriorada de su aliado comunista, los soviéticos pensaron en varias formas de sacar de apuros a Amin.Sus conversaciones adquirieron una cierta urgencia cuando unos estudiantes radicales se apoderaron de la embajada de Estados Unidos en Irán y tomaron cincuenta rehenes americanos.Los soviéticos vieron que Estados Unidos había perdido a su aliado más estratégico en el borde meridional de la Unión Soviética, por lo tanto la reacción inmediata de los soviéticos fue creer que Estados Unidos se apoderaría de Afganistán como sustituto.Con su habitual falta de planificación, Andropov sacó la plantilla de invasión del KGB.Seguiría las líneas de las de Hungría y Checoslovaquia: algunos golpes relámpago en las instalaciones clave de la capital, medios de comunicación importantes, ministerios gubernamentales, bases militares, un rápido cambio de gobernante y una larga columna de tanques para implantar la nueva ley y el orden.Al cabo de poco tiempo los soviéticos dejarían el país y su títere gobernaría sin oposición.Sacó el viejo guión y cambió los nombres.Sin embargo, los soviéticos no eran el primer país en invadir Afganistán.Geográficamente, el país está ubicado entre Oriente Próximo, Asia Central e India y, a lo largo de su historia, ha servido de punto de entrada por donde han pasado ejércitos invasores, buscando lugares mejores que conquistar.Primero fueron los persas, después los griegos y los mongoles los que atravesaron los profundos pasos montañosos del país mientras los duros hombres de las tribus permanecían incólumes.En 1837, desde India los británicos invadieron Afganistán con un enorme ejército.El objetivo era apoderarse de Afganistán antes de que lo hicieran los rusos y, de este modo, crear un parachoques entre el imperio soviético en expansión e India, la joya de la corona del Imperio británico.Los británicos capturaron rápidamente las ciudades más importantes de Afganistán e instalaron a su hombre como el nuevo rey del país.Pero los afganos despreciaban a sus nuevos gobernantes; enterraron sus feudos tribales y prepararon planes para expulsar a los británicos en una extraña premonición de la invasión soviética que iba a ocurrir más adelante
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